La directora de la empresa privada de apuestas en línea Bet365, Denise Coater, recibió este año un sueldo total de US$417 millones, confirmando su posición como la ejecutiva mejor pagada de Reino Unido.
Su salario es de US$361 millones y además fue recompensada con bonos, reavivando el debate sobre cuánto deberían ganar los jefes.
«Un director ejecutivo promedio de una gran corporación en Estados Unidos -según una sesión reciente del Senado- recibe aproximadamente un sueldo 100 veces mayor que el de un trabajador promedio. Y nuestro gobierno premia ese exceso con una exención de impuestos para el sueldo del ejecutivo, sin importar lo alto que sea. Eso está mal«.
Son palabras que pronunció Bill Clinton durante la campaña presidencial estadounidense de 1991. Ganó. Y pronto cumplió su promesa de abordar el pago excesivo.
Tradicionalmente, los salarios se trataban como costos, reduciendo la ganancia sobre la cual una empresa gana impuestos.
El presidente Clinton cambió esa ley. Las empresas podrían seguir pagando tanto como quisieran, pero los salarios de más de US$1 millón ya no serían libres de impuesto.
Tuvo un gran impacto. Para cuando Clinton dejó la presidencia, en el año 2000, la relación entre el salario de un director y un trabajador ya no era de 100 a uno. Más bien era de 300 a uno.
¿Qué había salido mal? Podemos abordar esta pregunta desde los olivares de la Antigua Grecia.
El filósofo Tales de Mileto, según cuenta la historia, estaba siendo desafiado para probar el valor de la filosofía. Si era tan útil, ¿por qué era Tales tan pobre?
Aristóteles, quien cuenta esta historia, deja claro que la pregunta es torpe.
Por supuesto, los filósofos son lo suficientemente inteligentes como para hacerse ricos, pero también son lo suficientemente sabios de no preocuparse por ello. Imagínate a Tales suspirando: «Está bien, haré una fortuna… si debo hacerlo».
Por aquel entonces, la filosofía incluía leer el futuroa través de las estrellas.
Tales vaticinó una excelente cosecha de aceitunas, que se traduciría en una alta demanda para dar tiempo a las máquinas para prensar las aceitunas de la ciudad. Tales visitó al propietario de cada una de las prensas con una propuesta.
Aristóteles no da muchos detalles, pero menciona la palabra «depósito».
Puede que Tales negociara el derecho a usar la prensa en época de cosecha , pero si decidía no usarla, el dueño simplemente se quedaría el depósito.
Así que es el primer ejemplo registrado de lo que ahora llamamos stock options (opciones sobre acciones). Una cosecha de aceitunas pobre y la opción de Tales no tendría valor.
Pero, ya fuera por suerte o por sabiduría astronómica, tenía razón. Aristóteles nos dice que Tales contrató las prensas «en las condiciones que le agradaron y recabó una buena suma de dinero».
Actualmente, muchas opciones sobre acciones se compran y venden en los mercados financieros.
Si yo creyera que las acciones de Apple van a subir, puedo sencillamente comprar acciones de Apple. O puedo comprar una stock option a un precio concreto para una fecha futura.
La opción es de alto riesgo y alto beneficio. Si el precio de las acciones es menor que la opción que compro, lo pierdo todo. Si es mayor, puedo ejercer la opción, revender las acciones y obtener un beneficio mayor.
Pero hay otro uso para las opciones: un intento de resolver lo que los economistas llaman el problema del agente-principal. Un «principal» es dueño de algo; emplea a un «agente» para que se lo gestione.
Imagina que me hacen director de Apple y tú tienes acciones de Apple. Eso te hace a ti «principal», o uno de ellos. Yo soy el «agente» que gestiona la compañía para ti y para los otros accionistas.