Les prometía financiarles la universidad o impulsar sus carreras en el mundo de la moda. La prensa bautizó su jet privado como el «Lolita Express», haciendo referencia a las menores que transportaba de un estado a otro entre 1999 y 2007.
La historia de Jeffrey Epstein, que duerme en la cárcel desde el sábado, es la historia de un multimillonario depredador sexual, condenado y convicto, cuya fortuna y amistades parecen haberle librado de penas de cárcel más graves.
Hasta ahora.
El que fuera amigo del Príncipe Andrew de Inglaterra, el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton y el actual presidente estadounidense Donald Trump, entre otros reconocibles nombres, fue detenido el pasado sábado por el FBI cuando volvía de sus vacaciones en Europa.
Está acusado de presuntamente traficar con docenas de niñas, explotar y abusar sexualmente de ellas e incluso pagarlas para que buscaran a otras adolescentes.
Pero no es la primera vez que se enfrenta a la justicia por cargos similares.
En 2008 se sentó ante un tribunal por abusar sexualmente de varias adolescentes en su mansión de Palm Beach, en Florida.
Epstein siempre mantuvo que él creía que todas eran mayores de 18 años y que el sexo era consentido.
Acuerdo controversial
Las víctimas que le llevaron a los tribunales entonces tenían entre 14 y 16 años cuando sucedieron los hechos.
Logró eludir los cargos federales de tráfico sexual con un controversial acuerdo con la fiscalía en el que aceptaba 13 meses de cárcel y ser inscrito en el registro federal de delincuentes sexuales.
Se libró así de una posible condena de cadena perpetua por llevar, precisamente en su avión privado, a menores a sus fiestas con fines sexuales.
Entre los fiscales involucrados en aquel acuerdo estaba Alexander Acosta, que es ahora Secretario de Trabajo en la administración Trump.
Según un extenso reportaje llevado a cabo por el Miami Herald, que analizó más de 2.000 documentos, mails y pruebas de la investigación federal, las niñas procedían en su mayoría de entornos desfavorecidos.
Epstein presuntamente les pagaba dinero a cambio de un masaje en su residencia, ofrecimiento que en la mayoría de los casos acababa en algún tipo de abuso sexual.
El caso se destapó en 2005 cuando los padres de una niña de 14 años acudieron a la policía de Palm Beach para denunciar que Epstein había abusado de su hija en su casa.
La niña contó lo ocurrido e identificó a otras dos menores que estaban en la casa ese mismo día, que a su vez identificaron a otras.
Antes de que la policía de Florida elevara el caso al FBI ya habían identificado tres decenas de posibles víctimas, según el periódico.
Las ramificaciones del caso no acaban con las niñas.
Pruebas policiales concluyeron que la casa de Palm Beach estaba llena de cámaras, que se encargaban de filmar a los invitados de Epstein en sus numerosas fiestas.
En la élite estadounidense
Epstein, multimillonario, inversor de éxito y bien relacionado en la esfera política y económica estadounidense, empezó su carrera como profesor de matemáticas y física en el elitista Dalton School, en Nueva York.
Por recomendación del padre de un alumno, en 1976 ingresó en el banco de inversiones Bear Stearns, donde ascendió hasta convertirse en socio de la firma.
Fue allí donde tejió su red de contactos entre la gente más adinerada de Estados Unidos.
«Dada su formación matemática, lo colocamos en nuestra división de productos especiales, donde aconseja a nuestros clientes más ricos sobre las implicaciones fiscales de sus inversiones«, explicó a la revista New York Magazine, Jimmy Cayne, director ejecutivo de Bear Stearns, en 2002.
Esta recomendación a sus clientes ricos sobre ciertas transacciones que tenían ventajas tributarias le ganó el respeto de sus superiores.
Además, amplió sus contactos hasta tal punto que en 1982 lanzó su propia firma de inversiones: J. Epstein and Co.
Los medios estadounidenses coinciden en señalar que las actividades financieras de Epstein se volvieron muy opacas.
La firma solo acepta clientes con activos que superen los US$1.000 millones.
El único nombre conocido entre sus clientes es Les Wexner, el fundador de la marca de ropa The Limited, que agrupa marcas como Victoria’s Secret o Bath & Body Work.
«Conozco a Jeff desde hace 15 años», dijo Donald Trump hace unos años cuando aún no era presidente de Estados Unidos.
«Es un tipo estupendo. Es muy divertido estar con él. Se dice incluso que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí, y muchas de ellas están entre las más jóvenes», aseguró.