Hacer una inversión y perder todo el dinero invertido es algo que pasa mucho más a menudo de lo que parece.
Aunque habitualmente vemos historias de éxito, la evidencia muestra que más de la mitad de las empresas no sobrevive más allá de cinco años.
Pero además, hay otro tipo de inversiones que no tienen que ver con emprender un negocio, pero que de todos modos te pueden dejar en la ruina.
Puede ser invertir dinero en una carrera, en una casa y hasta en una relación que no va para ningún lado.
Según la periodista de la BBC Sandra Kanthal, quien ha investigado el tema, suele ser difícil admitir el fracaso y en consecuencia, salir del pozo financiero en el que hemos caído.
Se trata de una especie de trampa, que los economistas llaman «la falacia del costo hundido» o «la falacia de las pérdidas irrecuperables», que hace que una persona siga intentando recuperar lo perdido, aunque no sea racional.
¿Pero cómo salir de esa trampa mental?
Esta nota es una adaptación de un capítulo del programa de radio de la BBC The Why Factor.
«Me estaba ahogando en deudas»
«Una mañana me despertó una llamada de un agente del FBI, que me dijo que la agencia me había estado investigando durante un año por posible fraude bancario debido a actividades sospechosas», cuenta Spencer Christian, ex presentador de un programa televisivo estadounidense y autor del libro «Apuestas tu Vida».
Lo investigaban por sus frecuentes retiros y depósitos de grandes sumas de dinero.
La verdad detrás del asunto, es que Christian era un adicto al juego que estaba fuera de control.
A pesar de que no había fraude ninguno, la llamada fue una alerta para que dejara de jugar.
Sin embargo, no podía controlarse.
«Seguí apostando porque quería revertir mis pérdidas», explica Christian.
Pero ese momento nunca llegó.
«No quería que nadie supiera que me estaba ahogando en deudas», confiesa.
Las pérdidas escalaron a cerca de US$3,5 millones, hasta que su hija y su fe religiosa lo hicieron reaccionar.
Cómo funciona la «falacia del costo hundido»
Digamos que estás en un restaurante y pides un gran postre lleno de helados y chocolate.
Después de unas cucharadas, te das cuenta que no quieres comer más, que está satisfecho, y que si continúas, probablemente te dolerá el estómago.
Si te lo comes, porque ya lo ordenaste y tendrás que pagarlo, entonces tomas decisiones económicas con un sesgo.
Y si eres capaz de no comerlo, significa que tienes la capacidad de asumir y desprenderte de ese «costo hundido».
Así lo explica Wandi Bruine de Bruin, profesora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido.
«La mayoría de las personas elige comerse el postre«, destaca Bruine de Bruin.
«Esta conducta afecta la toma de decisiones cuando has invertido tiempo o dinero. Es un condicionamiento por costo», explica.
«Cometimos muchos errores»
Dean Yeong, un emprendedor malasio, pasó por esta experiencia.
«Pensamos que estábamos listos para instalar un pequeño café, pero al final del día, no funcionó muy bien«.
«Cometimos muchos errores», cuenta.
«Sabía que estábamos perdiendo dinero cada día, pero no estaba seguro de cuánto. Como no podía contratar personal, me puse a trabajar en el café y me sentía atrapado física y mentalmente».
Estaban todas las señales sobre la mesa, pero le tomó cerca de dos años cerrar el negocio.
«Siempre hay una voz en tu cabeza que te dice si te rindes ahora, tu esfuerzo habrá sido en vano», explica.
La pregunta clave para frenar las pérdidas
«La clave está en discernir cuándo un compromiso puede terminar en algo bueno o cuando nos lleva a que las cosas vayan de mal en peor», dice la experta Wandi Bruine de Bruin .
Y en la medida que pasan los años, la experiencia es un factor que contribuye a tomar mejores decisiones y a enfrentar las pérdidas.
Hay una sabiduría que ayuda a distinguir entre lo perfecto y lo bueno, comenta la especialista.
«La vida es muy corta para seguir invirtiendo en algo que no te hace feliz», insiste.
Ahora bien, más allá del momento de la vida en que te encuentres, sin duda nunca es fácil cortar las pérdidas.
Incluso cuando la lógica te grita que lo hagas.
Si alguna vez te quedaste viendo una película que no te gustaba, o seguiste usando unos zapatos demasiado pequeños porque los compraste en una rebaja, es porque caíste en la falacia del costo hundido.
Lo mismo ocurre al tratar de recuperar una inversión, cuando no hay forma de que el dinero regrese.
Si alguna vez te encuentras en esta situación, la mejor pregunta que te puedes hacer, según la investigadora, es: ¿cuánto más estoy dispuesto a perder?