¿Sabía que solo el 36 % de los que han cotizado y tienen la edad de retiro lo consiguen?
¿Al fin, lograré pensionarme? Esa es la pregunta del millón… No, en realidad es la pregunta de los 22 millones. En Colombia, en 2019, hay casi 22 millones de trabajadores afiliados al sistema general de pensiones, bien en los fondos privados o bien en el régimen público, principalmente Colpensiones. Pero la mayoría no cotiza con regularidad, lo que pone cuesta arriba la posibilidad de completar los aportes necesarios para obtener una pensión.
El tema vuelve a estar en el ambiente por la posibilidad de que el Gobierno plantee una reforma que les cambie la cara a las reglas de juego en las pensiones. Dicha reforma ha sido esperada por años, pero su presentación se viene postergando.
De hecho, se llegó a contemplar la posibilidad de que este mes de marzo, el Gobierno llevara un proyecto al Congreso, pero al acercarse el mes, el Ejecutivo manifestó que prefería mayores discusiones con la sociedad durante el transcurso del año para, en el 2020, llevarlo al Congreso.
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Tratando de aportar a esta gran discusión en el seno de la sociedad colombiana, se acaba de lanzar el libro ‘¿Cómo nos vamos a pensionar?’, de Intermedio Editores. El ejercicio de esas páginas tiene tres intenciones principales: revisar qué hay en el presente para que las personas que llegan a la edad de retirarse tengan un ingreso o alguna protección; mirar las razones que hacen que esos mecanismos no sean suficientes para la población, y abordar las ideas que se vienen sugiriendo para una reforma que haga que esos mecanismos sí sean suficientes.
El libro parte por hacer una revisión de las actuales reglas de juego, y que hoy llevan a que quien esté afiliado al Sistema General de Pensiones deba escoger entre dos regímenes que compiten entre sí: el de prima media (Colpensiones) o el de ahorro individual con solidaridad (los fondos privados). Por eso, desde el punto de vista de los trabajadores, es natural la pregunta, ‘¿cuál régimen es mejor?’ Y la respuesta es muy sencilla: ‘¡depende!’.
Saber cuál es la mejor alternativa depende de la historia y las circunstancias de cada persona. Incluso, de la historia que aún está por ocurrir –y por lo tanto no se conoce– y de circunstancias que en el futuro pueden ser muy diferentes a las del pasado y a las actuales.
En el libro se presentan criterios con los que, en cada caso, se puede revisar la conveniencia de estar en un lado o en el otro, según la manera como confluyen aspectos como qué tan lejos o cerca está la persona de la edad de retiro, cuáles son sus ingresos, cuántas semanas de cotización ha logrado acumular y qué estabilidad laboral cree que tendría en el futuro o capacidad de seguir haciendo aportes, mientras llega a la edad de jubilarse.
Un sistema insuficiente
La principal evidencia de que el sistema actual no es suficiente es el hecho de que, de acuerdo con el expresidente de Colpensiones Mauricio Olivera, hay 6,1 millones de personas que ya alcanzaron las edades de jubilación de hombres y mujeres previstas por la ley, pero de las cuales solamente 2,2 millones que lograron conseguir una pensión. En otras palabras, para resumir con un solo número la dificultad que hay en Colombia de lograr esa seguridad para la vejez, solo el 36 por ciento de personas que tienen las edades han logrado, efectivamente, pensionarse.
Son 1,6 millones de personas pensionadas en el régimen de prima media (principalmente Colpensiones y Fopep), mientras que de los fondos privados, a julio del 2018 iban 143.428 pensionados. El resto están en otros regímenes especiales, como los de los militares o de los maestros.
Así como muchos de los casi 4 millones de quienes no se pensionaron sí estuvieron afiliados al sistema e hicieron aportes, pero no los suficientes para obtener el derecho, entre los 22 millones de los que ahora están afiliados ya habrá una buena parte que ni siquiera se hacen la pregunta de si se podrán pensionar. Posiblemente ya tienen la certeza de que no será posible. Dejaron de cotizar desde hace mucho tiempo o lo hacen muy esporádicamente, y sencillamente una pensión no está entre sus cuentas.
En consecuencia, como van las cosas, de las mujeres que en la actualidad están entre los 21 y los 44 años, y de los hombres que están entre los 24 y los 44 años, dos de cada tres no lograrán conseguir pensionarse si no se hacen cambios en el sistema.
Son entre 10 y 12 millones de personas que hacia la mitad del siglo tendrán la edad de retiro o más, de un total de 15 millones de esas mismas edades que vivirán para entonces. Y de ellas, 4,9 millones o menos sí gozarán de pensión. De esta manera, según diferentes cálculos, si 64 por ciento de las personas que han cumplido hoy la edad legal de jubilación no tienen pensión, para la década del 2050 se podría pasar al 67 por ciento o más.
Si 64 por ciento de las personas que han cumplido hoy la edad legal de jubilación no tienen pensión, para la década del 2050 se podría pasar al 67 por ciento o más
Mesadas muy bajas
Así mismo, los ingresos de los trabajadores, que en su mayoría son bajos, llevan a que los aportes sean igualmente bajos, y, por lo tanto, quienes alcancen una pensión tendrán también mesadas de montos pequeños. Para julio del 2018, el 86 por ciento de los afiliados a los regímenes de pensiones reportaban ingresos de dos salarios mínimos o menos. Por cada trabajador que ganaba de 16 salarios mínimos en adelante había 38 trabajadores con ingresos de máximo dos salarios mínimos.
Las dificultades que afrontan las personas para conseguir una pensión, las cuales se reflejan en el poco porcentaje de los jubilados observado, tienen distintas causas que se conjugan: la informalidad de los empleos que tienen muchos colombianos, junto con el envejecimiento de la población, a las cuales se suman otros inconvenientes como la imposibilidad de que los recursos que consigue el sistema general de pensiones sean suficientes para pagar las mesadas o para conseguir mesadas más cercanas al ingreso que tenía el trabajador; la inequidad con la que se reparten recursos públicos que se destinan a completar lo que falta, además de privilegios para algunos grupos de personas.
Un gran ‘enemigo’
Desde los distintos puntos de vista, se coincide en que de todas estas dificultades, la principal es la informalidad laboral. Cuando la relación entre quien trabaja y quien contrata sus servicios no se da en el marco de las normas y las instituciones, sencillamente no hay aportes a la seguridad social y, en particular, a las pensiones.
Y cuando en el grueso de los trabajos que tiene la gente abunda, por ejemplo, el trabajo por cuenta propia, la informalidad se vuelve la condición en la que trabaja gran parte de la población. En ese tipo de trabajos, muy pocos se afilian o pagan los aportes a la seguridad social. Por ejemplo, como lo muestra un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 90 por ciento de trabajadores por cuenta propia no hace aportes a pensiones en Colombia.
La otra gran dificultad es el envejecimiento de la población, que ocurre por dos razones: se tienen menos hijos (y a más edad) y las personas tienen vidas más largas. Así, el dinero recaudado por el sistema debe alcanzar para financiar, luego de que la gente se retire y hasta que muera, pensiones por más años o para pagar las pensiones de una proporción cada vez mayor de personas retiradas con los aportes de una proporción cada vez menor de trabajadores activos.
Entre tanto, aunque el tema de lo insuficiente que resultan los recursos que recibe el sistema de pensiones es objeto de un gran debate, hay quienes afirman que no hay problemas de sostenibilidad financiera en el futuro de las pensiones. Al respecto, Olivera considera que el sistema general de pensiones de Colombia sí es sostenible financieramente, pero advierte que precisamente lo es gracias a que, como su cobertura es tan baja, tiene que responder por los ingresos de pocos pensionados: “Desde luego, desde el punto de vista del bienestar social, el equilibrio financiero del sistema, a costa de una baja cobertura, es un resultado poco deseable”, comenta.
En suma, el déficit en las finanzas para que el sistema se sostenga puede ser un inconveniente que presiona los recursos del Estado que podrían ir a otros objetivos. Pero el gran problema es que el sistema no permite que la mayoría de la gente logre una pensión. Puede que el sistema se sostenga en el futuro, pero la gente no se está pensionando.
Las reformas posibles
Así, es evidente la necesidad de una reforma, un cambio que permita para mucha gente volverse realista cumplir las condiciones para pensionarse. Por eso, la lluvia de ideas lanzadas por expertos de distintas tendencias, recogidas en el libro.
Por ejemplo, ¿qué tal si sigue la competencia actual de fondos y prima media? O lo contrario, ¿qué tal si Colpensiones y fondos privados conviven sin competir? ¿Qué hacer con edades, semanas y otros parámetros? ¿Qué tal si se acaba el régimen de prima media o qué tal si se acaban los fondos privados? ¿Qué podría cambiar en estos últimos?
Pero distintas voces coinciden en que más allá de reformar las pensiones, se trata también de buscar una reforma que fortalezca los mecanismos mediante los que el Estado llega a los viejos no pensionados, por ejemplo a través de ampliar y fortalecer herramientas que ya existen como Colombia Mayor o los beneficios económicos periódicos (BEP).
Una reforma que encare con creatividad normas como las que prohíben hacer cotizaciones con base en menos de un salario mínimo en un país en el que la mitad de los trabajadores gana de un salario mínimo para abajo. Normas que, en consecuencia, le cierran la puerta del sistema de pensiones a la mitad de las personas que trabajan.
Con esa finalidad, se han venido escuchando ideas, desde distintos puntos de vista que plantean cambios puntuales en los parámetros, como aumentos en las edades de jubilación, aumentos en las semanas de cotización (aunque hay una propuesta que ve la posibilidad de reducirlas) o aumentos en el porcentaje del ingreso que se debe aportar.
Pero, más allá de los cambios puntuales, también las propuestas apuntan a modificaciones de la estructura del sistema, eliminando la competencia entre el régimen público y el régimen privado, o manteniendo esa competencia pero con reglas de juego diferentes, o eliminando uno de los dos regímenes.
Por supuesto que más allá de dichas propuestas está la posibilidad de no hacer nada, que como ya se ha comentado significaría que dos de cada tres personas menores de 45 años que en este instante están trabajando duro quizás no se pensionen.